martes, septiembre 11, 2007

Cuestión de ritmo



Bueno, pues como decía aquel anuncio, la publicidad hace milagros, de modo que no ha sido otra sino ésta quien me ha obligado, casi a punta de pistola, a ver "La jungla 4.0", de la que en principio tenía muy pocas expectativas - sinceramente, olía a macarrada total -, pero visto lo visto parece que prescindir de ella supone un acto de deslealtad cinematográfica. Y he de decir que no es que me haya llevado una grata sorpresa pero sí que, al menos, han realizado una digna cuarta entrega. ¿La clave? El ritmo, efectivamente. Se ha apostado por una historia de acción directa, que atrapa al espectador y no le deja respirar durante todo el metraje, sin necesidad de ahogarlo y apabullarlo con un montaje caótico o un desenfreno de explosiones y efectos infográficos. La película adolece de un guión raquítico, nada original, pero eso parece importar poco, porque el espectador es consciente de que con muy poco se lo están haciendo pasar en grande, todo ello salpicado con las "ocurrencias cómicas" de un envejecido, pero vulnerable, Bruce Willis. En el lado negativo pueden quedar su fea, muy fea fotografía azulada, que hace que creas que está viendo una película descargada de Internet, y las fantasmadas que no son sino la coronación de un constante castillo de fuegos artificiales (véase el momento Harrier). Cinematográficamente, "La jungla 4.0" funciona, porque sabe mantener el tempo a muy alto nivel durante poco más de dos horas, porque la dualidad bueno - villano da de sí, porque está bien rodada (es un tour de force de escenas de acción) y porque no engaña a nadie. Ideológicamente no hay por donde cogerla, es un discurso reaccionario, que apuesta por la autotutela y que tiene en Willis un mensajero fascistoide que no duda en eliminar todo lo que se le pone en su camino con tal de restablecer el "orden natural", sobre todo tras el 11-S. En definitiva, lo que hemos llamado de toda la vida una "americanada", pero bien hecha.

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