Y llegó el día...

Tras mucho atormentar a los fieles lectores de este humilde blog con la esperada (más bien ansiada) llegada de Resident Evil 5, ayer al mediodía me sonó un sms que me invitaba a acercarme a la tienda donde lo había reservado, pues ya estaba disponible. Acepté de buen grado la invitación y corrí raudo a por él (sí, el consumismo me embriagó). Iluso de mí, pregunté si quedaba alguna edición coleccionista. Obviamente la respuesta era no, estaban ya reservadas (o se la habían repartido entre los dependientes, según el grado de malicia que adoptemos en nuestra forma de pensar).

Pero lo mejor estaba por llegar. A las 22:30 hrs., cuando mi hija ya dormía y mi señora veía la TV, inserté el DVD en mi flamante Xbox 360. Allí estaba el logo de Resident Evil 5, reflejado sobre mis ojos, y esa ronca y amenazante voz que te daba la "bienvenida". A partir de ahí, el espectáculo visual cobra vida, y es que las cinemáticas del juego alcanzan un nivel de realidad altísimo, con unos gestos faciales muy logrados. Y la jugabilidad, pues como el Resident Evil 4, mismo sistema de control (quizás el personaje algo más lento), y una sensación, por momentos, de agobio ante la horda de infectados desasosegante. Chapeau para Capcom en los primeros compases del juego, donde, desarmado, paseas por Kijuju ante la amenazante mirada de la población (se ve venir la tragedia).

He jugado unas tres horas, más o menos, y ya he pasado las dos fases que componían la demo, que no han cambiado un ápice con respecto a ésta. Sé que lo mejor está por llegar, aunque la fase en la que me encuentro incurso ahora es espectacular, la mina. Sobresaliente en iluminación en esta fase, que proviene de una lámpara de aceite que deberás portar (o dársela a Sheva, tu acompañante), mientras te deshaces de la plaga zombie en angostos pasillos. Simplemente asombroso.

Juegazo se mire por donde se mire, aunque para los puristas significará una desvirtuación de la saga. Es un excelente juego de acción, con leves toques de survival horror, y que engancha como pocos. ¡Ya estoy deseando llegar a casa!