viernes, abril 11, 2008

La delgada línea que separa la gloria del infierno

No me gustaría estar en el pellejo de ninguno de los jugadores del Getafe C.F. Y es que lo que pudimos ver ayer fue una auténtica locura futbolística. Por una vez, no estaba entre los protagonistas de este evento ni el Real Madrid ni el Barcelona (símbolo del bipartidismo, a todos los niveles, que recorre este santo país). Un modesto equipo de un municipio madrileño, Getafe, se enfrentaba en cuartos de final al todopoderoso Bayern de Munich, con figuras legendarias como Oliver Kahn, y grandes del fútbol actual como Ribery, Luca Toni o Klose (ahí es nada). El escenario no era el Bernabeu ni el Nou Camp, era el estadio de Getafe, donde el equipo local contaba con una pequeña ventaja al haber logrado un sufrido y merecido empate a uno en Alemania.

Empezó el partido y la locura se desató, todo el campo (y toda España) estaban del lado de los azulones. La televisión marcaba cotas históricas (más de nueve millones de espectadores siguieron el encuentro). Pero pronto se aparecían los fantasmas agoreros, el Getafe se quedaba con 10 jugadores tras la expulsión (justa aunque fruto del riguroso Reglamento) de De la Red. Aun así, el "Geta" supo sobreponerse y se adelantó en el marcador. El clamor se adueñaba del estadio. Pero ya sabemos cómo se las gastan los alemanes, que no dieron un balón por perdido, y tras muchas ocasiones, Ribery puso el empate que los llevaba a la prórroga.

La prórroga fue una manifestación palpable de la locura desatada que era este partido. Se notaban los nervios, se jugaba al 120% pero con miedo a la derrota. El Getafe mostró su mejor estado físico y de preparación previa anotando dos goles que les ponían pie y medio en semifinales (el segundo gol, de Casquero, todo un trallazo imparable).

Pero los nervios se pagan y los alemanes, gracias a un error clamoroso de "Pato" Abbondanzieri y a un balón colgado al área rematado de cabeza por Luca Toni llevaba la decepción y el asombro a la grada y a todo el territorio nacional y parte del internacional. En tan sólo cinco minutos se pasó de la gloria absoluta al infierno, aunque el Getafe puede marcharse con la cabeza alta por haber tratado de tú a tú durante 210 minutos a todo un Bayern de Munich plagado de internacionales.

No soy muy futbolero, pero este partido superó cualquier tipo de fanatismo y aunó a todo un país que esperaba que el pequeño "Geta" dejara en la cuneta a Goliath. Esta vez la honda funcionó, pero David se dió la vuelta y Goliath, moribundo, resurgió y atacó por la espalda.


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