Hoy, lunes 18 de junio de 2007, puede ser un día tristemente histórico para aquellos que amamos el cine, y es que en este fatídico día los ávidos consumidores de productos cinematográficos nos será imposible colmar nuestras ansias cinéfilas. El motivo, el proyecto de ley del cine, que ha levantado ampollas entre los empresarios de la exhibición cinemátográfica. La nueva regulación, en proceso de tramitación parlamentaria y con muchas expectativas de que finalmente se promulgue, establece una más rígida cuota de pantalla (a saber, la obligación de mantener en proyección una cantidad determinada de películas europeas por cada "x" películas no europeas, y especialmente, norteamericanas). La normativa vigente establece este baremo por días, mientras que la que está en preparación lo contabiliza por sesiones, de modo que se obliga a proyectar durante más días los productos europeos que, precisamente, son lo que menos rentabilidad generan (cabe recordar que el cine norteamericano copa más del 80% del mercado cinematográfico). En consecuencia, la pelea de unos y otros ha conllevado la solución drástica y más perjudicial, por un lado para el consumidor, que se ve privado de su derecho a la cultura, y por otro lado para el empresario, que dejará de ganar cantidades importantes, teniendo en cuenta que hoy en día prácticamente la exhibición cinematográfica es exclusiva de las multisalas y el hecho de encontrarnos con diversas películas taquilleras en cartel (véase Piratas del Caribe 3). Recuerden, hoy no habrá proyecciones, de modo que no se sorprendan si ven su cine habitual cerrado a cal y canto. Bueno, siempre quedará acudir a los desgastados DVD o a un buen libro. Quien no se consuela es porque no quiere.
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