Ocean's thirteen : Recuperando el tiempo perdido

Aunque debo reconocer que con bastante recelo, ayer me dispuse a ver la tercera parte de una saga que desgraciadamente es conocida más por el elenco de estrellas que la interpretan que por su valía cinematográfica. Y no iba convencido no por envidia (sana, por supuesto) a estas estrellas hollywoodienses, sino por el simple y llano hecho que Ocean's twelve me pareció un bodrio insufrible, tras lo apañada y maja que resultó la original, Ocean's eleven (qué originalidad en los títulos, ¿verdad?). Por suerte los dados jugaron a mi favor y una vez finalizada la película me dió la impresión que los guionistas eran conscientes del fiasco de la secuela y, por ello, decidieron retomar el espíritu de la primera película. Así, Ocean's thirteen es una película previsible, nada original, que recuerda, y mucho, al cine de género setentero (El caso de Thomas Crown es una referencia evidente), pero que sabe utilizar el ritmo narrativo y el montaje para no perder al espectador. Sin perder tiempo, en poco más de quince minutos la película entra en harina, y comenzamos a ver los prepararativos del golpe, todo ello extendido durante dos horas que no decaen en ningún momento, sin importarnos el estrepitoso doblaje de Al Pacino (maestro) o el evidente y consciente exceso de grano en la fotografía. Probablemente, una vez abandonas la sala, pienses que no has vivido ninguna sensación nueva, ni has aprendido nada nuevo ni te han invitado a reflexionar, pero esa es la magia del cine comercial de calidad, la nada contada con sencillez, y que con un poco de aire acondicionado tanto agradecemos. Entretenida y bien tejida película donde se prescinde de individualismos propios de divos, y se apuesta por el trabajo de equipo.