jueves, octubre 07, 2010

Buried (Enterrado): Cuando la agonía se convierte en (in)moralidad

De un tiempo a esta parte la industria del cine ha venido ideando una serie de propuestas innovadoras, a la par que discutibles, que comulgan con la rentable idea de mostrar sensaciones humanas en primer plano, casi siempre agónicas, con un envoltorio formal austero, precario y conscientemente realista, por molesto que pueda esto resultar. Así, han surgido ejemplos como "El proyecto de la bruja de Blair" o "Paranormal activity" que han rehuído de los cánones tradicionales de rodaje, dramatización y montaje, para optar por una exposición en primer plano del terror a costa de una factura limitada e incluso nula. Partiendo de estas dos (fallidas) premisas, Rodrigo Cortés creyó firmemente en un proyecto imposible de filmar para muchos realizadores, y abordó una aparante utopía mediante la que debía convencer al público que sostener una película con un sólo actor, con una unidad de tiempo y lugar, era posible. Pocos lo creyeron,  pero el resultado le ha dado la razón.

"Buried (Enterrado)" traspasa las fronteras de lo cotidiano, arriesga hasta el extremo y subvierte los principios formales y narrativas de todo género cinematográfico, haciéndose excesivamente complicado clasificar al film en uno de ellos, a pesar de sus evidentes elementos de terror. Ante la escasez de opciones por parte del realizador a la hora de afrontar la composición y planificación de su película, Cortés se apoya en un guión sólido que pasa de ser la gran duda para sustentar la edificación a convertirse en el verdadero motor propulsor del devenir narrativo. Gracias a él el espectador asiste a una progresiva tortura psicológica que llega en ocasiones a poner al límite su capacidad de aguante, por lo claustrofóbico y agónico de su desarrollo, a la vez que se le plantea un discurso de carácter moral que sin duda es lo mejor del film, merced a las conversaciones telefónicas a dos bandas que el protagonista mantiene y que actúan como un puñetazo a lo más profundo del ser humano, a su cobardía, a su falsa solidaridad, al sálvese quien pueda y en el peor de los casos, a extraer beneficio propio ante el sufrimiento ajeno. Todas estas ideas de corte reflexivo y personal que planean sobre la película se unen a la explícita sobre la crueldad de la guerra (en general) y la búsqueda de un por qué a la misma.

Quizás algunos sólo vean 90 minutos de sufrimiento humano, un vano ejercicio de estilo con pocos recursos cinematográficos, algo con lo que comulgaría en caso de quedarse el film en la mera superficie, en el puro estilismo formal, pero afortunadamente "Buried (Enterrado)" sólo y sabiamente aprovecha el plantemiento como contexto a un relato de supervivencia, no sólo por escapar de la caja que oprime y asfixia al protagonista, sino por encontrar su verdadero enemigo, aquel que está fuera de esa caja.  Rodrigo Cortés ha confirmado su valía y talento como realizador, además de exponer sus firmes creencias en aquello que aparentemente todos dan por muerto, como al protagonista de su película. 

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