viernes, octubre 08, 2010

Amador: Un más allá muy cercano

Han tenido que pasar cinco años para poder asistir al nuevo proyecto del director español social por excelencia, Fernando León de Aranoa, quien siempre se sitúa, y junto a él su cámara, al lado de los sectores de la población más desfavorecidos, cuando no profundamente marginales. Tras su obra más irregular en su prometedora carrera, "Princesas", el realizador madrileño, ajeno a toda corriente comercial, vuelve a poner el corazón en un puño al espectador con "Amador", que bifurca su planteamiento discursivo entre la dificultad laboral de los inmigrantes y el abandono del que son objeto los ancianos por parte de sus familiares, dos temas aparentemente inconexos pero que en "Amador" se interrelacionan con acierto, brío y sobrada entereza.

León de Aranoa vuelve por sus fueros, de los que nunca ha escapado, introduciendo al espectador en contextos miserables, de real supervivencia económica, de futuros poco halagüeños y de existencias vacías. Frente a este escenario desolador, desde el que Aranoa hace uso para hacer gala de su exposición más política y reivindicativa, va tejiendo una historia a dos bandas de personajes abandonados, solos a pesar de estar físicamente acompañados, y que constituye el eje central del film. Con un guión inicialmente poco prometedor y un tanto convencional, "Amador" consigue embaucar al espectador con una progresión creciente en su linealidad narrativa, generando una inconsciente empatía y una solidaridad, aunque inmoral, con la protagonista, que hace que se le reste importancia a la aparente ingenuidad o la falta de verosimilitud de determinados cabos del guión. "Amador" se configura como una película sobre la desolación, sobre cómo el amor puede traspasar las fronteras de lo puramente vital, empleando para ello un ritmo pausado, contemplativo, que extrae las virtudes del elenco actoral, y que incluso aporta ciertos tintes de suspense realmente conseguidos. Es imposible no conseguir identificarse con el espíritu vitalista y luchador de Marcela, condenada a una situación opuesta a sus principios morales, pero obligada a sufrirla para su subsistencia diaria y la de su futuro hijo, verdadera demostración de amor.

"Amador" alcanza su mayor éxito gracias a un guión sobresaliente en cuanto a perfilado de personajes, exposición de plantamientos y mensajes de fondo, y en su extraordinaria combinación de drama con la comedia negra. Así, y con el fin de no castigar especialmente al espectador, Aranoa introduce tiempos muertos, de relax, y que son agradecidos, donde los personajes debaten, con la realidad social de fondo, cómica y triste a la vez, sobre la moralidad y la ética de sus acciones (es aquí donde debe citarse la soberbia interpretación de Fanny de Castro, un oasis entre tanta aridez y desasogiego provocado por la situación límite de la protagonista). Con todo, sin ser una película redonda, sería un despropósito y una inmoralidad negar a "Amador" sus aciertos respecto a su valentía narrativa, su desarrollo minimalista, sus claras pretensiones reivindicativas y su explícito mensaje de dolor y angustía contenidas.

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