Algunas modas resultan perniciosas, y la última relacionada con el mundo del cine es la de hacer remakes de películas de terror de los años 70 y 80, pero ya no sólo destrozando clásicos como Halloween o "La matanza de Texas" con sucesivas y pestilentes revisiones, sino que cualquier film menor y mediocre del género se apunta al carro con tal de ofrecer un producto de rápido consumo para el público teen. Salvo honrosas excepciones, como fue "Las colinas tienen ojos," todas estas nuevas producciones han resultado ser un fiasco y un insulto al producto original, y desgraciadamente la cinta que nos ocupa no ha sido una excepción.
"San Valentín Sangriento" (lo del 3D ya es optativo) es una nueva adaptación del título homónimo de 1981, film canadiense de ínfimo presupuesto que, sin ser un referente en el género, demostró que se podía hacer cine de terror de mediana calidad con estrecheces presupuestarias (como también fue el caso de "Posesión infernal," de Sam Raimi, 1982). Aquí no existen problemas económicos, pero sí de técnica de guión y de originalidad e innovación narrativa, algunos preocupantes. Patrick Lussier, responsable de bazofias tales como "Angeles y demonios 3", White noise 2 o "Drácula 2001", activa el piloto automático tras la cámara y cae, con plena consciencia, en todos los clichés y situaciones comunes propias del género (véase golpes de efecto, apariciones repentinas, comportamiento incomprensible de algunos personajes, etc), siendo incapaz de crear un clima malsano que realmente inquiete al espectador. Lussier se limita a exponer, por enésima vez, el eterno dilema de quién es el asesino, quién está tras esa máscara, señalando diversos falsos culpables. Desgraciadamente Lussier no es Hitchcock y su capacidad de generar suspense y engañar al espectador es nula, por lo que fácilmente y con mucha antelación se podrá adivinar la incógnita que plantea el film.
"San Valentín sangriento" no pretende renovar el género, pero difícilmente se puede caer en cotas tan míseras como las de este subproducto dirigido a un público muy poco exigente que debe comulgar con un slasher tan poco carismático como un minero. Eso sí, aquellos que gusten del gore quizás disfruten parcialmente de las secuencias de ejecución, ya que la violencia se muestra en primer plano con un uso excesivo de hemoglobina falsa. Lástima que el guión no posea una mínima coherencia, que se recurra al regreso constante a la mina de un modo gratuito, que no se perfile en absoluto a los personajes, que la historia no tenga ni pies ni cabeza y que queden mil cabos sueltos, y es que no se puede vivir exclusivamente de formalismos, de "homenajes" a Tobe Hopper, Stanley Kubrick o Lucio Fulci, de aisladas escenas de brutales y sanguinarias muertes sin una lógica narrativa que proporcione un empaque a un producto que nace muerto y cuyo metraje se hace eterno y casi ridículo.
Para aquellos que gusten del 3D, señalar que prácticamente esta funcionalidad se limita al acercamiento hacia la pantalla (espectador) de diversos objetos (un pico, una pistola, algún que otro pedazo de carne humana), no ofreciendo demasiados alicientes para desembolsar la diferencia de precio que supone esta no tan nueva tecnología. Así que, si desea pasar un mal rato viendo una infame película de terror que no provoca pavor alguno, vaya a verla en un pase convencional. Si además quiere ser estafado, opte por el 3D. Para gustos los colores, y para terror del bueno, "El exorcista".
"San Valentín Sangriento" (lo del 3D ya es optativo) es una nueva adaptación del título homónimo de 1981, film canadiense de ínfimo presupuesto que, sin ser un referente en el género, demostró que se podía hacer cine de terror de mediana calidad con estrecheces presupuestarias (como también fue el caso de "Posesión infernal," de Sam Raimi, 1982). Aquí no existen problemas económicos, pero sí de técnica de guión y de originalidad e innovación narrativa, algunos preocupantes. Patrick Lussier, responsable de bazofias tales como "Angeles y demonios 3", White noise 2 o "Drácula 2001", activa el piloto automático tras la cámara y cae, con plena consciencia, en todos los clichés y situaciones comunes propias del género (véase golpes de efecto, apariciones repentinas, comportamiento incomprensible de algunos personajes, etc), siendo incapaz de crear un clima malsano que realmente inquiete al espectador. Lussier se limita a exponer, por enésima vez, el eterno dilema de quién es el asesino, quién está tras esa máscara, señalando diversos falsos culpables. Desgraciadamente Lussier no es Hitchcock y su capacidad de generar suspense y engañar al espectador es nula, por lo que fácilmente y con mucha antelación se podrá adivinar la incógnita que plantea el film.
"San Valentín sangriento" no pretende renovar el género, pero difícilmente se puede caer en cotas tan míseras como las de este subproducto dirigido a un público muy poco exigente que debe comulgar con un slasher tan poco carismático como un minero. Eso sí, aquellos que gusten del gore quizás disfruten parcialmente de las secuencias de ejecución, ya que la violencia se muestra en primer plano con un uso excesivo de hemoglobina falsa. Lástima que el guión no posea una mínima coherencia, que se recurra al regreso constante a la mina de un modo gratuito, que no se perfile en absoluto a los personajes, que la historia no tenga ni pies ni cabeza y que queden mil cabos sueltos, y es que no se puede vivir exclusivamente de formalismos, de "homenajes" a Tobe Hopper, Stanley Kubrick o Lucio Fulci, de aisladas escenas de brutales y sanguinarias muertes sin una lógica narrativa que proporcione un empaque a un producto que nace muerto y cuyo metraje se hace eterno y casi ridículo.
Para aquellos que gusten del 3D, señalar que prácticamente esta funcionalidad se limita al acercamiento hacia la pantalla (espectador) de diversos objetos (un pico, una pistola, algún que otro pedazo de carne humana), no ofreciendo demasiados alicientes para desembolsar la diferencia de precio que supone esta no tan nueva tecnología. Así que, si desea pasar un mal rato viendo una infame película de terror que no provoca pavor alguno, vaya a verla en un pase convencional. Si además quiere ser estafado, opte por el 3D. Para gustos los colores, y para terror del bueno, "El exorcista".
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