"No es país para viejos" muestra por un lado la ambición, la codicia humana, donde un maletín de dinero justifica poner en riesgo tu vida, siempre en búsqueda del sueño americano, ese que nunca llega. Por otro, el inexorable paso del tiempo, los cambios generacionales, y la inculcación, casi innata, de la violencia en el hombre, en un mundo totalmente abocado a la destrucción entre seres de la misma especie. Ya no vale pelear por volver a la cordura, por apostar por el diálogo, el hombre es una máquina de odio ataviada con un arma, que le confiere poder y autoridad. ¿Quienes son los buenos y quienes los malos? ¿Quién persigue a quién? Son tantas las preguntas que plantea la película que darían para un extenso libro.
Técnicamente el film es impecable, dotado de un medido sentido del ritmo (durante la primera hora te sientes abrazado por él), plagado de detalles visuales, metáforas, y unos diálogos que desprenden rabia contenida. A ello hay que sumarle el espléndido trabajo de Roger Deakins, director de fotografía (asombrosa la secuencia de persecución de Brolin) y la sabia opción de los Coen de rodar desprovisto de todo efectismo (no hay música en el film hasta los créditos finales), lo que acentúa el suspense y la tensión dramática. Juntemos todo esto con unas gotitas de acidez crítica y un espíritu de western a lo Sam Peckinpah y tendremos casi una obra maestra que nos devuelve a los Coen de los 90 que tanto echábamos de menos. Películón.
PELICULÓN! pero hay que verla en versión original porque el doblaje que han hecho es peor que el peinado de Bardem.
ResponderEliminarYo veo poco cine, la última que vi fue Spiderman2 (ya sabrás quien soy páharo), pero sé apreciar una buena pinícula (o flin) y ésta es güena güena.
Saludos