jueves, febrero 21, 2008

He vuelto a creer en las obras maestras

¡Qué racha, señores! Si hace sólo dos días hablaba de la magnífica "No es país para viejos", y ayer mismo vi "Pozos de ambición", que me causó una grata impresión (aunque peca de cierta irregularidad y densidad rítmica), hoy ha sido el culmen cinéfilo tras haber visto Sweeney Todd. Así da gusto ir al cine, y lo cierto es que durante un par de semanas o tres olvidas toda la bazofia que has tenido que tragarte durante el resto del año sólo por la revitalización y la enorme satisfacción que te producen tres, cuatro o cinco películas.

No había leído absolutamente nada sobre Sweeney Todd, ni siquiera había oido la música, tan sólo conocía los datos básicos de la obra de Broadway en que está basada, de modo que asistía totalmente virgen al film de Tim Burton, un genio ya no tan niño. Lo primero que se me vino a la cabeza al ver los primeros trailers fue que si alguien tenía que dirigir esto, no podía ser otro más que Burton. ¿Quién si no nos iba a describir con mayor acierto esos barrios oscuros y macabros de Londres y ese personaje satánico sediento de sangre y venganza?

Una vez vista, y tras la gran conmoción que me ha causado, he vuelto a creer en el término "obra maestra", algo que hoy en día los críticos reservan con mucho recelo, y sólo otorgan dicha calificación a películas de no menos de 30 años de antigüedad. Burton elabora una película adulta, muy seria, desmarcándose del musical clásico (no veremos aquí coreografías ni interacción con elementos del atrezzo, al estilo Stanley Donen), y transmite, a través de la extraordinaria música de Stephen Sondheim, sentimientos a la vez que sabe hacer fluir la historia mediante los números musicales. No se trata de música impostada, sino necesaria para el desarrollo de la narración. Técnicamente la película es impecable, algo habitual en Burton, donde la dirección artística y la infografía destaca por sí sola (los efectos de la sangre resultan conscientemente exagerados a pesar de su comicidad).

Su endiablado ritmo (más del ochenta por ciento de la película es cantada y nunca pierde fuelle), la convincente interpretación de Depp (que muestra una progresiva evolución hasta convertirse en un ser enajenado e incapaz de controlar sus actos), alejado de tontadas made in Jack Sparrow, y su facilidad para narrar, hacen de Sweeney Todd un diamante en bruto del cine contemporáneo, que merece dos, tres y cien visionados. Cine comercial de calidad, de muchos quilates, que demuestra que Burton adquiere experiencia y madurez a cada película que dirige. Obviamente no es una película a recomendar a aquellos que no gusten de los musicales, pero considero que los más escépticos incluso reconocerían las muchas virtudes de la última obra burtoniana.

Muchas podrían ser las secuencias que podría adjuntar a este modesto artículo, pero como creo que la película debe admirarse en todo su esplendor en una pantalla grande, sólo pondré los soberbios títulos de crédito que abren el film. Como siempre en Burton, uno de los aspectos que más cuida.




Y no puedo finalizar este post sin añadir algún corte de la maravillosa música de la película. Se trata de "My friends", una hermosa canción que Todd dedica a sus particulares "amigas".

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