jueves, octubre 04, 2007

El video del ridículo



La cuestión es que he visto varias veces el nuevo video de Juventudes Socialistas, donde, bueno, ya lo sabrán, el del Pasapalabra, y no puedo reacionar ante es video sino con tristeza y algo de desazón, no por el video en sí, pues como elemento cómico me parece acertado, muy típico de programas de humor como Caiga quien Caiga o Noche Hache, pero otra cosa es trasladarlo al nivel de la seriedad que la política requiere. Creo que caer en los estereotipos trillados no es bueno (por otro lado, me niego a creer que todos los votantes del PP son tan repulsivos como el que se nos enseña en el video, a saber, machistas, pijos, incultos, ultracatólicos e idólatras). Las juventudes de un partido político deberían servir para sentar la base de futuro de una opción política, innovando, generando nuevas ideas de cara a una futura sucesión, y considero que caer en el insulto barato y fácil no es un buen síntoma y en absoluto da buena imagen de una formación política seria. Insisto, como gag el video me parece acertado, pero fuera de esos límites cómicos el video es ridículo y hasta casposo, poniéndose al nivel de lo que critica. Afortunadamente la Constitución (sí, eso que no sabe lo que es el chico del cocodrilo en el video) garantiza la libertad de expresión, y es algo de lo que debemos sentirnos verdaderamente orgullosos, pero de ahí a caer en la chabacanería y en la vergüenza ajena (a mí me la daría de ser militante de las juventudes socialistas) hay un gran trecho. Quizás esto no sea más que una consecuencia lógica, aunque triste, del devenir de la política, donde todo vale y los debates han dejado paso a las confrontaciones absurdas, el "y tú más" y la nada confrontada. Ahora toca esperar a la réplica audiovisual del PP, que estará como mínimo, y a buen seguro, al mismo nivel de ridiculez que el susodicho video. Ay, si Aristóteles levantara la cabeza y viera lo que se ha hecho con su Etica y Política.

1 comentario:

  1. Pues a mi me ha gustado el vídeo, porque promueve la polémica (=debate), y hace que nadie quiera identificarse con esa especie de Mauricio Colemenero de joven. Además, sus creadores sabían perfectamente cómo defenderse de las esperadas críticas.

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