martes, agosto 25, 2009

Fanatismo virtual

Que sí, que emular a los grandes ídolos del rock n' roll en tu casa sosteniendo una guitarra o una batería de plástico puede resultar bastante friki (peor es la fiebre del air guitar), pero a los que nos han tocado la fibra sensible con la saga Guitar hero y Rock band, el hecho que salga un videojuego de estas características de The beatles no nos despierta sino las ganas de catarlo.

El 9 de septiembre saldrá a la venta The beatles : Rock band, donde podremos recorrer la historia del mítico grupo de Liverpool a la vez que interpretamos, bien a la guitarra, bajo, batería o voz (o todo a la vez) sus canciones. Una fantástica noticia para los melómanos jugones. Hay que decir que los periféricos de Rock Band son válidos para este juego, aunque Harmonix ha visto negocio en este sector y ha lanzado unos instrumentos que recrean los reales que usaba el cuarteto británico.

En unos días estaré en el tejado del Apple Corps. tocando Get back. De momento sólo puedo recrearme con la genial intro de este juego.

lunes, agosto 24, 2009

Anticristo, la tortura de Von Trier

Ver una película de Lars Von Trier no es nada fácil. Conlleva un ritual de preparación que comienza desde la misma mañana del día que decides acercarte al cine a ver una obra del controvertido danés. Pero peor es escribir sobre su trabajo, y más con obras como "Anticristo", donde rompe con la elegancia y el buen trato al público que demostró en "Bailar en la oscuridad" para someterlo a un mal trago, no por la baja calidad de su proyecto, sino por lo distinto, arriesgado y enfermizo de lo propuesto.

Von Trier ha manifestado que ideó y realizó esta película en un estado de profunda depresión. A modo de terapia, quiso exorcizar sus demonios con un film donde muestra la parte más oscura y negativa del ser humano, el sentimiento de culpa, la autoflagelación, el martirio y el sometimiento. "Anticristo" siembra muchas dudas, no puedo decir que he entendido fotograma a a fotograma el mensaje que propone la película (si lo diría, mentiría), pero no puedo sino aplaudir la decisión de determinados directores de proponer algo distinto, que te haga reflexionar, aunque pueda ocasionar rechazo e incluso repulsión por lo escandaloso de sus imágenes. Coitos reales, trepanaciones de extremidades, eyaculaciones sangrantes, violencia intensa y una ablación en primer plano no es un menú de agrado generalizado, pero los cinéfilos recordaremos haber visto comer excrementos a humanos en "Saló", de Pasolini. No se trata del todo vale, de quién hace la barbaridad más escandalosa, sino de integrar lo repulsivo en un discurso coherente. Y creo que Von Trier lo consigue (fui el único de los cinco que éramos en la sala que lo vio así, ya que el resto emigró a los pocos minutos de iniciada la proyección).

"Anticristo" no es una mala película (una mala película es "Guerra de novias" o "G.I.Joe", donde la nada se erige en guión). "Anticristo" es una película que no recomendaría a ningún amigo, pero que defiendo, aunque no ondeo la bandera del arte y ensayo, ya que propone algo distinto, invita a la reflexión. Quizás Trier quiere introducir demasiados elementos reflexivos en su discurso y eso lo hace denso e inabarcable, y es que por mucho que uno se preste y lo intente, resulta imposible dar sentido lógico a todo el cúmulo de sentimientos, pesadillas, visiones e ilusiones que plantea el danés. Una película anárquica que no deja indiferente y que deja huella en el espectador, y que posee ecos de la magistral "El imperio de los sentidos", de Nagisha Osima, con el surrealismo de Buñuel y la quietud de Tarkovsky (no en vano, el film está dedicado a éste). Un cóctel incendiario que, a pesar de su imperfección, e incluso de sus errores de bulto, supone una propuesta alternativa para evadir los calores veraniegos.

miércoles, agosto 19, 2009

Música a la carta

Hay artistas que lo dan todo en el escenario, que se dejan la piel, y que son capaces de estar más de dos horas sobre él disfrutando de su trabajo. Podríamos enumerar muchos de ellos, pero pocas, por no decir ninguna, vez he visto peticiones en directo a un artista. Es el caso de este "Live by request" al que el genial David Bowie se ofreció, donde diversas personas realizaban llamadas en directo, contactando directamente con el artista y solicitándole que les interpretara una canción (obviamente de su repertorio). He podido ver el concierto en su integridad y tengo que rendirme ante este hombre. Su extensa y rica discografía, unido a su carácter cambiante (recordemos que adoptó diveros personajes a lo largo de su carrera, siendo el más recordado el de Ziggy Stardust), y su magnífico directo a sus nada más y nada menos que 62 años (y aún en activo) son motivos suficientes para quitarse el sombrero.

Para la historia han quedado himnos como Space oddity, The man who sold the world, Life on mars?, Starman, Rebel rebel o Jean Genie, entre muchos otros, pero quiero destacar el tema Ashes to ashes primero porque es una maravilla que te gusta más cuanto más lo escuchas, y segundo porque se dió la curiosidad que fue solicitado en directo por un niño de cinco años (aunque no sé si aleccionado por su padre). En cualquier caso, una magnífica canción de la mano de un brillante artista polifacético de los que quedan pocos.

martes, agosto 11, 2009

¡A surfear!

Mucho antes que llegara Georgie Dann, Puturrú de fuá, Los refrescos o King Africa, ya existían canciones que tenían un cierto olor a verano. En cambio, y a diferencia de ahora, no se trataba de temas de usar y tirar, donde la nulidad compositiva va acompañada de una absurda coreografía que el oyente debe repetir, ayudado quizás por el exceso de ingesta de alcohol y la probable insolación causada por el azote del sol. Hablamos de canciones que recuerdan al verano pero que han durado más que esos efímeros tres meses, han perdurado en el tiempo e incluso han formado parte de la Historia de la música. Es el caso de The Beach boys, un grupo que supo vender con acierto a nivel mundial el surf rock. Sus caritas de niños buenos poco a poco fueron convirtiéndose en aspectos mucho más hippies e incluso bohemios. Recordemos una de sus primeras apariciones televisivas con el clásico Surfin' USA.



Pero si hay que quedarse con un tema de su extensa discografía, ese es Good vibrations, un himno donde los haya. Aquí lo interpretan en el macroconcierto Live Aid de 1985.

Reconciliándome con el terror

Hace poco tuve la grata sensación de reconciliarme con el género de terror. Fue con "Arrástrame al infierno", de un Sam Raimi que dejaba atrás sus peripecias más estrictamente hollywoodienses y retornaba a sus orígenes, en pocas palabras, se realizaba un autohomenaje a modo de divertimento. La película tiene miles de guiños nostálgicos a la trilogía de "Posesión infernal" que le vió nacer, desde el estilo de rodaje, pasando por el toque gore y ese sentido del humor negro que hace que se rebaje la tensión causada por su cine atmosférico e inquietante.

Desde su inicio, donde un logo pretérito de la Universal nos da la bienvenida, "Arrástrame al infierno" pretende satisfacer al espectador que disfrutó de los inicios cinematográficos de Sam Raimi, tendiendo la mano, al mismo tiempo, a aquellos no iniciados en el género y que apuestasn por opciones más modernas y videocliperas. Raimi destila un estilazo impecable a la hora de rodar que muchos quisieran, jugando con los rincones, las sombras, creando terror a plena luz del día (aunque donde realmente sobresale es en las secuencias nocturnas), y sometiendo al espectador a la misma tortura que sufre la protagonista de la cinta. Por si fuera poco, aún le queda espacio para introducir elementos de tono crítico, como esa familia acomodada que incomoda y avergüenza al propio novio de la protagonista, y moralista, donde la codicia y la ambición tienen su correspondiente castigo. Notable film que viene coronado por una extraordinaria partitura del curtido en estas lides Cristopher Young, y donde destaca la nota anecdótica de que, en los créditos finales, utilizó fragmentos del score rechazado en su día por William Friedkin para "El exorcista", que compusiese Lalo Schiffrin, para bien de Mike Oldfield, que se llevó el gato al agua. Disfruten del tema que abre este reivindicable film: