Leo en El Pais la siguiente noticia: "No hay salas para tanto cine (español)". ¿Tanto cine español? Si estamos hartos de ver cómo de cada diez o doce estrenos se cuela un film de nuestro país, por lo que no doy crédito a la noticia. Pero sí, amigos, resulta que no todo el cine español se estrena, quedándonde en el tintero una parte sustancial de la filmografía realizada, esencialmente, por nuevos realizadores sin recursos y con ideas arriesgadas (económicamente hablando). Los productores cada vez hilan menos fino y apuestan por lo seguro, por el reclamo televisivo, por la cara conocida o por la historia poco exigente que provoque el acercamiento del público a la taquilla sin temor ni incertidumbre algunas.
No soy de los que tiran piedras sobre el cine español, como otros sí hacen desde su plataforma (o mejor dicho, púlpito) radiofónico, aunque soy consciente de sus limitaciones y que debería regularse en profundidad la cuestión de la financiación, incentivando y motivando a los nuevos realizadores. Por otro lado, no me parece de recibo que películas, por el hecho de augurar un escaso o nulo interés en taquilla, sean despreciadas de plano y condenadas al olvido. Todo trabajo cinematográfico merece su exhibición, bien sean en circuitos comerciales o bien de mera exposición cultural (para ello se aporta dinero público, ¿no?). Lo que no es de recibo es que películas que vendieron a bombo y platillo (véase "Manolete", rodada en 2006), estén aún pendientes de estreno, con el capital público que supuso su preproducción; y mucho menos que el esfuerzo de las jóvenes promesas caiga en saco roto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario