martes, julio 27, 2010

Hay un amigo en mí, y unos genios en Pixar


Excepcional colofón a una saga que ha sabido conjugar magistralmente la vivacidad, la exhibición animada y la rítmica con mensajes de trascendencia vital y existencialista sin caer en tendencias discursivas ni moralistas. Al contrario que la antaño exitosa y sorprendente franquicia de Dreamworks, Shrek, Toy Story sí logra hacer funcionar el engranaje que otorga sentido global a la trilogía, alcanzando una interdependencia de cada uno de sus episodios que evita la tentación de situar uno por encima de otro. Disney Pixar ha vuelto a dar vida a unos seres inanimados y los ha personificado extraordinariamente bien, tanto en su vertiente más emotiva y tierna como en su faceta más cruel y despiadada. El logro, sin duda alguna, recae en los guionistas, sin desmerecer el magnífico trabajo de los animadores (aunque bien es cierto que ya no existe ese factor sorpresa de antaño), ya que han sido ellos los artífices de un relato que, por un lado transmite candidez y un mensaje que abre los ojos al espectador sobre el inexorable paso del tiempo, mientras que por otro hila una intrépida aventura que incluso flirtea con elementos de terror y que transcurre por sitios tan cotidianos y urbanitas como una guardería o un vertedero (verdadero puntó climático del film). Toy Story es puro espíritu Pixar, fiel a sus planteamientos, lo que se traduce en un film creciente, que consigue emocionar al espectador, arrancarle una sonrisa y devolverle a su niñez, a la par que se jacta de caricaturizar ciertos personajes y meterse en el bolsillo al público adulto, quien disfruta del contenido mientras sus vástagos lo hacen de las atractivas formas.

1 comentario:

  1. Sinceramente me pareció magistral. Una obra de arte en cuanto a animación por ordenador se refiere. En la sala me fijaba en los niños, jóvenes y no tan jóvenes, y la mayoría tenían ese algo que les falta a muchos: el seguimiento de la saga y la vivencia de una niñez rodeada de juguetes que sigues guardando en el armario. El grupo de 4 que fuimos a verla salimos con los mismos sentimientos bajo el brazo: alegría y risas en los momentos clave, emoción cuando vimos a Totoro en la habitación de la niña ;-), intriga y temor al ver alguna escena de ¿qué pasará?, y lágrimas en los ojos con la escena final (la cual considero una de las mejores escenas a la hora de reflejar un sentimiento). Gran película que sinceramente, me llegó al alma.

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