Creo que habré visto esta secuencia más de cincuenta veces, y he de reconocer que es imposible rendirse ante su expresividad, su dramatismo y sobre todo, su evidente amor por el séptimo arte. En 1988 Giuseppe Tornatore dirigía la que sería, a buen seguro, su película más premiada y conocida a nivel internacional, Cinema Paradiso. En ella, el director nos contaba como un inocente niño, Totó, de un pequeño pueblo se veía atraido por ese invento que, para otros sectores de la sociedad, era visto como un arma demoníaca y propagandística, el cine. Una historia enternecedora, unido a una pasión desmesurada por el cine y una partitura prodigiosa de Ennio Morricone daban un óptimo resultado, tanto a nivel de crítica como de público, lo que le hizo acreedor del Oscar a mejor película extranjera. La secuencia en cuestión es la que cierra la película, donde vemos a un adulto Totó proyectar una película que contiene todos aquellos cortes que la censura no había autorizado, y que básicamente, se resumían en besos, aquellos besos robados.
Gracias por incluir el blog de Scoresdecine en tus enlaces. Un saludo.
ResponderEliminarHe incluido tu blog en favoritos. Es de lo más interesante.
ResponderEliminar