Ante todo, quiero pedir, de forma anticipada, perdón a los lectores de este humilde blog porque durante la lectura de este post se van a ver sometidos a una tortura auditiva. Y es que, para mi desgracia, en mi casa los martes por la noche se oye de fondo el bochornoso espectáculo de Operación Triunfo, ese show mediático ideado por los otrora grandes humoristas Josep Mª. Mainat y Toni Cruz (dos de los miembros de La trinca), y que ahora se han pasado a la televisión más rancia y burda, convirtiendo una supuesta plataforma de lanzamiento de gente con talento musical (y que muchos de ellos se quedan en los castings previos) en una barraca de feria donde no prima el amor por la música sino por la imagen, la fama efímera y, como no, el culto al vil metal. Pero al fin y al cabo es un programa que gusta al gran público, a pesar de que consiga que chavales venidos de la nada se conviertan en marionetas, con su expresa conformidad, de una discográfica y en esclavos sin derecho a voz ni voto. Hasta ahí lo respeto, pero por donde no estoy dispuesto a claudicar es por la falta de respeto hacia grandes temas y grupos clásicos del rock, estilo éste que en absoluto profesa el susodicho programa, más bien tendente a la música pachanguera y de consumo rápido. Y es que por este programa hace poco he podido escuchar como un tema mítico como es el "Creep", de Radiohead, era literalmente destrozado por una niña, que no sólo no le ponía el tono adecuado para esta canción de aires depresivos y cuasisuicidas, sino que se inventaba un final que desvirtuaba todo el sentido de la canción. He aquí la muestra :
Pero lo mejor (y lo peor para los que amamos eso que algunos llaman ruido y nosotros denominamos rock, y lo encasillamos dentro de la cultura y las artes) estaba por llegar. Dos niñatos con poco o nulo sentido del ridículo se prestaron a reventar el tema por antonomasia de los años 90, "Smells like teen spirit", de Nirvana. Una canción de la que el mismo Kurt Cobain renegó porque simplemente estaba hasta los mismísimos de tocarla en directo, ante la insistencia del público (hay que recordar que esta canción entró en el negocio de las radio fórmulas y fue la más escuchada durante la década de los 90). Escuchar esta canción, un himno donde los haya, en las voces de dos efebos con una voz que dista mucho de las tonalidades exigidas para el rock y con un coro de bailarines tipo Fama detrás no produce sino malestar y vergüenza, a la vez que indignación porque se esté utilizando este tipo de música en un programa que catapulta a la supuesta fama a efímeros talentos y cuyo destino está limitado a actuar en las verbenas populares de las fiestas estivales de los pueblos de este santo país. Veamos el sacrilegio en cuestión :
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