Anunciada como una de las películas del verano, a la espera de la llegada de la secuela de Piratas del Caribe y la nueva entrega de thriller-terror psicológico de la mano de M. Night Shyamalan, La joven del agua, Poseidón se erigía como la típica película palomitera destinada a lograr altas cotas recaudatorias y a mantener durante poco más de hora y media al espectador medio entretenido y alejado de los bochornos atmosféricos que circundan la estimada sala de cine.
Desgraciadamente, y una vez vista, lo cierto es que la crítica y la taquilla norteamericanas, que han apaleado sin piedad el film, parece quedarse corta ante lo visto por quien suscribe el fin de semana pasado. Olvidándonos de que se trata de un remake de una película discreta (algo muy prodigado últimamente, y tendente cada vez más a revisitar filmes excesivamente contemporáneos, algo que genera una incultura cinematográfica acuciante), el gran error de Poseidón es su falta de desvergüenza y, lo que más duele, que sea un veterano como Wolfgang Petersen, irregular pero veterano y artesano director, el artífice de este engendro. ¿Dónde quedaron Enemigo mío, El submarino, o las dignas La tormenta perfecta y Troya?
En Poseidón tenemos actores repescados, de saldo, como Kurt Russell o Richard Dreyfuss, grandes hace un par de décadas, pero hoy totalmente olvidados por la maquinaria hollywoodiense, quienes no pueden evitar el descalabro no sólo del Poseidón, sino del film en sí. Si una película no posee un guión coherente, todo sucede caprichosamente, los diálogos son vergonzosos y sonrojantes, y la estética se traslada de la pantalla a una videoconsola, transformando la aventura en un mero pasa pantallas de un videojuego cutre, no hay película, hay bodrio. Y si a todo ello le sumamos que el suspense no funciona, los personajes no son definidos, y todo ocurre excesivamente deprisa y sin ningún sentido aparente, ¿a quién le importa que se salven los tripulantes?
En definitiva, a pesar del esfuerzo realizado en los efectos especiales y sonoros que atronan la sala, no todo son fuegos de artificio, señores, y la coherencia y el orden es la base de todo film. Vamos, que si se me permite el chiste fácil, no cabe sino decir que la película hace aguas por todas partes. Eso sí, para cebarse de palomitas y refrescarse artificialmente el film incluso se hace corto. Dichoso verano...
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