Hay películas de las que se debe partir de una base, y es la de la predisposición. Que nadie se lleve a engaño. No recomendaría esta película a alguien que me preguntara qué le recomiendo de lo que ofrece la cartelera actual. Winter's bone es de esas películas, como ya ocurriera con La cinta blanca, que los que nos autodenominamos aficionados, mal llamados críticos de cine, queremos egoístamente para degustar en soledad, aquellas que no nos incomoda ver con la sala vacía (aunque este no fue mi caso, a pesar de lo que pudiera denotar los ronquidos en estereo que provenían de sendos espectadores a ambos lados de mi asiento).
Existe una cierta tendencia en el preludio hacia los Oscar de aperturismo hacia el cine independiente, aquel realizado sin alardes presupuestarios ni excesos tecnico-artísticos, quizás como una pose de cara a la galería para lavar la imagen del glamour hollywoodiense, como ocurrió el año pasado con la fallida Precious, o bien como un merecido reconocimiento a un cine diferente, expresivo, atrapado en sus propias limitaciones y condenado al respeto pero al pronto olvido. Debra Granik ha trasladado a la gran pantalla, sin artificios y de un naturalismo que asusta, aquella realidad que no deseamos ver, a la que damos la espalda, y que la protagonista debe afrontar, actuando como un adulto pero movida por su inocencia e inexperiencia dada su temprana edad. Así, la directora plantea un pulso al espectador no iniciado, y afronta un reto que supone, de manera consciente, ir descartando, cual escalera formada por fichas de dominó, espectadores, hasta llegar a aquellos dispuestos a ver más allá de la mera superficie narrativa y el ritmo marcado por las mainstreams.
Winter's bone explota un esqueleto guionístico que se antoja suficiente como vehículo conductor para sobrellevar el peso del film, acentuando Granik su mirada en los lugareños, en el malsano ambiente que se respira en la America rural y profunda, y adoptando formalidades inspiradas en el western. Si se puede calificar a esta película, el adjetivo adecuado sería el de arriesgada, y es que su languidez y su ritmo pausado y reposado pueden hacer desesperar a muchos, pero entusiasmar a los pacientes, a los que consideran el fluir de los fotogramas como pilar maestro de lo que denominamos cine. A pesar de su aparente brusquedad, Winter's bone se presenta como un engranaje al que el devenir del metraje le va otorgando las dosis justas de aceite, desencadenando un previsible desenlace, pero no por ello carente de un potente efecto demoledor y aterrador. Cine adulto, muy exigente, rodado casi de espaldas a lo convencional, un grito al cielo reivindicativo y desesperado. Una de esas pequeñas joyas que merece revisionarse para captar su pura esencia, aquella que está en cada mirada, en cada silencio, en cada frase, en el aire que se respira.
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