Retorna Allen, tras su irregular periplo europeo, a la senda neoyorquina, con todo lo que ello conlleva y que los seguidores del realizador ya deducirán. Atrás quedaron los flirteos con el drama, los apasionados retratos de parejas en ciernes, los tintes de cine negro, las traiciones y corruptelas traseras, etc. "Si la cosa funciona" era un guión que dormía el sueño de los justos en uno de los cajones de Allen, y es que fue escrito en su día para ser interpretado, en su papel principal, por Zero Mostel, lo que frustró la muerte de éste.
Revisado y actualizado, el texto de "Si la cosa funciona" funciona y rueda a las mil maravillas a pesar de contar con elementos tradicionales en la obra del director judío. Larry David, alter ego en el film del propio Woody Allen, encarna a la perfección sus neuras y ese particular carácter, mezcla de cascarrabias y adorable anciano, aunque aún muy lúcido. Allen retrata una sociedad carente de valores, una juventud con pocas expectativas (consecuencia en parte de un nefasto sistema educativo), y vuelve a cargar contra la derecha recalcitrante y reaccionaria, la falsa democracia, la religión como falso refugio de la infelicidad e incluso la inestabilidad familiar derivada de la falta de comunicación y la imposición de principios propios. Gracias a ello, y partiendo del eje principal de la relación amorosa entre una joven y un antiguo físico entrado en años (que ahora se gana la vida dando clases particulares de ajedrez a niños), Allen incluye evidentes dosis autobiográficas sobre la hiriente visión de la sociedad ante tal diferencia de edad, justificándola y exigiendo el respeto ajena bajo la máxima "Si la cosa funciona".
Con tal premisa Allen se viste de profeta del buenrrollismo, de lo políticamente correcto, fluctuando por recovecos que incluyen la homosexualidad, el liberalismo y la vida bohemia y contemplativa, siempre desde un prisma cómico y no falto de acidez y socarronería. Larry David se convierte así en esa conciencia que dice lo que debe y no debes hacer, mientras que vive aislado y apartado del alocado mundo al que odia (en este sentido nos puede recordar a otras cintas del director como Manhattan, "Desmontando a Harry" o "Todo lo demás"). Además, Allen no olvida que tras la pantalla hay un público expectante, y por ello crea una empatía entre protagonista y espectador digna de aplauso (no faltan las características secuencias donde el personaje mira a la cámara y se dirige al público), inciendo así en lo que siempre ha enfatizado Woody Allen, más que un director de cine es un contador de historias.
"Si la cosa funciona" supone el retorno al cine tradicional de Woody Allen, aquel cargado de ironía bajo una sencilla historia donde convergen diversos puntos de vista sobre, esencialmente, el amor como centro de choque. Quizás peque de una puesta en escena excesivamente teatral, pero ante tal sabiduría en la dirección de actores (Allen es capaz de dignificar cualquier interpretación). Por otro lado, al film le falta algo de garra en algunos pasajes, especialmente en la fase donde la relación protagonista se va afianzando, ya que, aunque sin caer en el tedio, la sucesión narrativa se estabiliza y parece pedir ayuda.
Un título más en la vasta obra de un espléndido autor que, sin explotar ningún tipo de innovación, y basándose en meros acontecimientos cotidianos sabe dotarlos de un don cómico y un mensaje moralizante que se adapta perfectamente a los cambios sociales, esos que, casi siempre, son a peor.
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