John Williams está merecidamente considerado como uno de los mejores compositores de bandas sonoras, superándose a sí mismo con cada nuevo trabajo. Bien conocidos son sus trabajos con Steven Spielberg, y es que no se entienden los clásicos del director sin la sobresaliente música del reputado compositor. En nuestra memoria quedan clásicos como los temas de Indiana Jones, E.T., Parque Jurásico o Tiburón. Pero fue a mediados de los 90 cuando consiguió firmar una partitura inmejorable, y de muy emotiva escucha, con La lista de Schindler, donde contó nada más y nada menos que con la colaboración, en calidad de primer violín, de Itzhak Perlman, de origen judío. Pocas veces se ha conseguido una emotividad tan profunda como la que derrochan los compases de esta magistral partitura, y que ponían el broche de oro a una extraordinaria película que conseguía llegar al corazón del espectador mediante el recuerdo de tiempos infaustos y convulsos que nunca deberían haber ocurrido, y que merecen una reflexión sobre los límites de la (ir)racionalidad humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario