domingo, agosto 24, 2008

Zohan : ¿Tomadura de pelo? No, simplemente una soplapollez

Se antojaba un chiste fácil con esta película, y es que una expresión que la resumiera, aprovechando que su protagonista es peluquero, era el de "tomadura de pelo". Pero creo que no sería el término más adecuado, ya que entiendo que una tomadura de pelo implica unas expectativas previas en las que el iluso de turno espera, valga la redundancia, asistir a un producto de calidad que finalmente no es más que un burdo y zafio subproducto. Con la nueva película interpretada por Adam Sandler, "Zohan, licencia para peinar" no puedo hablar de tomadura de pelo, porque me esperaba un bodrio y recibí un bodrio (aunque sí es cierto que el nivel de miseria y estupidez ante el que me encontré fue mayor que el que preveía).

Sandler sigue en su estela de cómico de garrafón, con una filmografía que, salvando Punch drunk love y "En algún lugar de la memoria", donde demostró que a pesar de su aparente ineptitud interpretativa, tiene dotes para el drama, podríamos tirar directamente a la basura y nadie la reclamaría. Zohan apuesta por la comedia cutre, de muy cortos vuelos y que no bordea, traspasa las fronteras de lo ridículo y nada en la putrefacción y en el lodo más pestilente imaginable. Capítulo aparte merece el planteamiento de la cinta, donde un reputado agente del Mossad israelí decide "colgar las botas" y marcharse a Estados Unidos a ganarse la vida como peluquero y estilista, lo que da a pie a una simplificación y una visión extremadamente banal y frívola del conflicto palestino - israelí (casi insultante), y un perfil estereotipado y recurrente del mundo oriental.

El humor que puebla la cinta no puede ser más pueril, inciendo en el componente sexual como arma cómica, algo que despierta inicialmente cierta gracia y empatía pero que acaba hartando al espectador, quien acaba hastiado de las virtudes sexuales del protagonista. Por si fuera poco, la presencia de personajes famosos invitados a participar en el film pretende dar una nota jocosa y divertida, y no logra más que acentuar los pasajes más bochornosos del mismo, con la presencia de John McEnroe o Mariah Carey, sin necesidad de autoparodiarse puesto que ya son una caricatura de sí mismos.

Estados Unidos viene a ser el país de las libertades, que acoge gentilmente a estos pobres infelices que sólo saben guerrear entre ellos, viene a resumir este insulso film que invita a abandonar la sala a los diez minutos de su inicio. Para colmo, la presencia del grandísimo actor John Turturro en este espanto sólo genera una incógnita más de las muchas que me surgen tras ver este truño mayúsculo : ¿Era necesario?


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