"Esta ciudad se merece un criminal de más categoría, y se lo voy a dar", espeta Joker en una de las muchas frases de guión magistrales que contiene la última película de Cristopher Nolan, "El caballero oscuro", y que supone la sexta entrega cinematográfica del hombre murciélago, Batman. Mucho se había hablado de esta esperada película, y la rumorogía aumentaba a medida que el morbo iba devorando su progresión (la muerte de Heath Ledger, la acusación de malos tratos de Christian Bale o el reciente accidente de Morgan Freeman han otorgado una popularidad involuntaria al film). Una vez vista, no voy a subirme al carro de los que la califican como una obra maestra, pero sí es cierto que "El caballero oscuro" es una película notable y todo un ejemplo a seguir no sólo en el género de superhéroes, sino en el de acción en general.
Nolan, conocedor de los cómics y apasionado por el personaje mitad hombre mitad murciélago, realiza un espléndido tour de force con los elementos literarios ya conocidos, pero dotándolos de una estructura formal impecable, un sólido sentido del ritmo cinematográfico, un pulso vivo y una frescura intachable. Así, no se concibe este film como una mera continuación sino una vuelta de tuerca más a la conocida historia del hombre murciélago en su lucha contra los villanos de Gotham City, siendo en esta ocasión Joker el que causará el terror en la ciudad.
"El caballero oscuro" ahonda en la delgada línea que separa la cordura de la locura, la honradez de la maldad más absoluta, el lado corrupto de los aparentemente incorruptibles, sin dejar de lado el elemento espectáculo, ofreciendo al espectador secuencias antológicas y apabullantes como la inicial del atraco al banco, el asalto al hospital, la persecución en moto de Batman o la tensión acumulada en la secuencia de los dos barcos. Nolan mantiene al espectador gracias a sabios giros de guión que, si bien no conforman un sólido argumento, sí consigue sus frutos, demostrando su valía como director. Lástima que el doblaje estropee el visionado de la película, sobre todo en las voces de Batman y su antagonista, por lo que se hace necesario esperar al DVD o aprovechar algún pase en V.O. para disfrutar al cien por cien de su original concepción.
De Ledger poco se puede añadir a lo que ya se ha dicho en otros medios, y es que la posibilidad de un Oscar póstumo se hace cada vez más palpable. Si Nicholson ya perfilaba un personaje bromista, encantado de conocerse, en Batman (1989), Ledger muestra el lado más descarnado, sádico y cruel del payaso villano, produciendo en ocasiones verdadero terror y ciertos atisbos de angustia.
En definitiva, "El caballero oscuro" ha colmado las expectativas creadas hasta la fecha, encandilará a los amantes del cómic por su espíritu fiel y respetuoso al origen del que bebe, y a los demás les dejará con buen sabor de boca, marcándoles huella los momentos estelares en los que Joker hace acto de presencia.
Nolan, conocedor de los cómics y apasionado por el personaje mitad hombre mitad murciélago, realiza un espléndido tour de force con los elementos literarios ya conocidos, pero dotándolos de una estructura formal impecable, un sólido sentido del ritmo cinematográfico, un pulso vivo y una frescura intachable. Así, no se concibe este film como una mera continuación sino una vuelta de tuerca más a la conocida historia del hombre murciélago en su lucha contra los villanos de Gotham City, siendo en esta ocasión Joker el que causará el terror en la ciudad.
"El caballero oscuro" ahonda en la delgada línea que separa la cordura de la locura, la honradez de la maldad más absoluta, el lado corrupto de los aparentemente incorruptibles, sin dejar de lado el elemento espectáculo, ofreciendo al espectador secuencias antológicas y apabullantes como la inicial del atraco al banco, el asalto al hospital, la persecución en moto de Batman o la tensión acumulada en la secuencia de los dos barcos. Nolan mantiene al espectador gracias a sabios giros de guión que, si bien no conforman un sólido argumento, sí consigue sus frutos, demostrando su valía como director. Lástima que el doblaje estropee el visionado de la película, sobre todo en las voces de Batman y su antagonista, por lo que se hace necesario esperar al DVD o aprovechar algún pase en V.O. para disfrutar al cien por cien de su original concepción.
De Ledger poco se puede añadir a lo que ya se ha dicho en otros medios, y es que la posibilidad de un Oscar póstumo se hace cada vez más palpable. Si Nicholson ya perfilaba un personaje bromista, encantado de conocerse, en Batman (1989), Ledger muestra el lado más descarnado, sádico y cruel del payaso villano, produciendo en ocasiones verdadero terror y ciertos atisbos de angustia.
En definitiva, "El caballero oscuro" ha colmado las expectativas creadas hasta la fecha, encandilará a los amantes del cómic por su espíritu fiel y respetuoso al origen del que bebe, y a los demás les dejará con buen sabor de boca, marcándoles huella los momentos estelares en los que Joker hace acto de presencia.
A mí el doblaje no me disgustó…
ResponderEliminarMi primer visionado sí me dejó la sensación de obra maestra. No obstante, espero verla otra vez (supongo que la VOS en los Yelmo no me la perderé) para reafirmarme del todo. No en vano, los soberbios cinco últimos minutos del film, te dejan un regusto tan agradable que corre uno el riesgo de perdonar fácilmente algunos fallos (que los hay) en el resto del metraje.
Para mí la película trasciende el mundo del comic y los superheróes aunque se vale de su atractiva estética para presentarnos una historia adulta, actual y muy atrevida, en la que se pone al público (y a la sociedad entera) frente a un espejo que, si uno acepta el reto y se atreve a mirarlo fijamente, corre el riesgo de quedar horrorizado. Tal es la visión, poco condescendiente, que ofrece Nolan de la sociedad actual.
"Yo sólo voy un paso por delante del resto (de la gente)" espeta el Joker en un momento dado. Y en cierto modo, tiene razón. El "happy end" de la subtrama de los ferrys no demuestra, pese a lo que puedan pensar muchos, que los ciudadanos de Gotham (convictos o no) sean mucho mejores que “El Guasón”. ¿Qué es lo que evita que “los ciudadanos ejemplares” del primer ferry pulsen el botón para hacer saltar por los aires al otro barco? ¿Los principios? ¿O más bien el miedo a asumir la responsabilidad de hacer algo que previamente (cuando solo había que escribir una respuesta en una papeleta anónima) habían aprobado democráticamente? ¿Y en el ferry de los convictos? ¿Qué hubiera pasado si no surge una persona (y sólo una) que autoritariamente y por decisión propia impone su criterio y lanza el detonador por la borda? Allí donde se vota democráticamente sale que hay que volar el otro ferry, y allí donde un simple convicto impone su criterio al de el resto la decisión es no hacerlo.
Y es que Nolan llega a cuestionar incluso la propia democracia como sistema de gobierno en esta brillante película. Un sistema de gobierno en el que los delincuentes campan a sus anchas, la policía se corrompe y el pueblo (descerebrado y sin principios, que reniega incluso de su propio salvador) tiene la capacidad de decidir y de imponer decisiones por simple mayoría aunque sigan conduciéndonos a todos al Caos ¿Acaso el hecho de haber votado democráticamente volar por los aires el ferry del vecino legitima tal decisión?
Harvey Dent en la escena de la cena con Rachel y la bailarina rusa, habla, justificándolo, de cuando en Roma se suspendía temporalmente la República y se le daban poderes especiales al Emperador para solventar las crisis. El propio Batman, con sus métodos políticamente incorrectos representa el fracaso de las leyes actuales para luchar contra los delincuentes. En este sentido es impresionante la escena en la que golpea una y otra vez al Joker en la mismísima sala de interrogatorios de la policía con total impunidad. Eso por no hablar del invento de los móviles 3-D para poder espiar a toda la ciudad o lo de saltarse a la torera las leyes internacionales para secuestrar a un Chino en Hong-Kong.
Creo que la cuestión capital en esta nueva saga del murciélago (que ya estaba planteada en “Batman Begins”) es esta: ¿merece la sociedad actual ser salvada de los males que ella misma ha creado? Y, si la respuesta es que sí, ¿el fin justifica los medios? Pese al mar de dudas en el que nada Bruce Wayne, ya sabemos que él ha respondido afirmativamente a ambas cuestiones pero ¿Y el propio Nolan?
Bajo mi punto de vista Nolan, pese a jugar a la ambigüedad en más de una ocasión, coquetea claramente a favor del “no”, mostrándonos a una sociedad cada vez más hipócrita, desagradecida y sin principios (como el contable que descubre la identidad de Batman e intenta chantajearlo) en la que la gente que sí tiene esos principios suele acabar bastante malparada. Así, vemos cuál es el final de Rachel, Harvey Dent (triturado y convertido en Dos Caras), el propio Batman (perseguido y cargando con los pecados de otros) o incluso Gordon, que está a punto de perder a su hijo.
Eso es lo que hace funcionar la historia y la hace interesante. Una visión catastrofista de una sociedad perdida, que no merece oportunidad de redimirse (a la que ya intentó ajusticiar Ra's al Ghul en la primera película) enfrentada a otra más romántica y esperanzadora, personificada por un dubitativo Batman que aún cree en el ser humano y que, cual Cristo redentor, está dispuesto a cargar sobre sí con los pecados de todo el mundo, aún a costa de ser perseguido y humillado por los mismos a quienes pretende salvar.
En la visión que Batman tiene de la sociedad, se ve obligado a despojarla de su mayoría de edad para justificar sus pecados, y poder seguir creyendo en ella “Perdónalos porque no saben lo que hacen”. Sólo así tienen sentido su labor, sus sacrificios personales y las muertes de Rachel, Dent y compañía; pensando que si la gente es mala, lo es porque da palos de ciego y está confundida, no porque albergue el mal en su interior. Esta visión de minoría de edad de la sociedad (que, como digo, justifica el seguir luchando por ella y hace que las muertes de sus seres queridos tengan sentido) se evidencia en la resolución final de “El Caballero Oscuro”, cuando Batman decide que es mejor no contarles a los ciudadanos una verdad (el final de Dent) para la que “no están preparados”.
En fin, comprendo que haya gente a la que estos dilemas morales le parezcan aburridos y, por lo tanto, reniegue de la película esperando haber visto otra cosa. Pero el hecho es que, nos guste o no, todo en la película está al servicio de esta disertación atrevida y casi filosófica, revestida de persecuciones y superhéroes de la infancia. De ahí el generoso metraje o los constantes giros de la trama que mucha gente no ha entendido; eran necesarios para cerrar la trama y la historia de lo que se nos quería contar tal y como Nolan lo concibió.
No lamento discrepar hermanito, porque en realidad de eso se trata, pero lo cierto es que la película en cuestión se me hizo larga, pesaaaaaaada, aburrida y poco interesante por momentos. No me ha colmado las expectativas en absoluto.
ResponderEliminarPersonalmente creo que se están exagerando los comentarios favorables para esta cinta que está por debajo del nivel de la primera.
Abrazos