La gran cantidad de abominaciones cinematográficas que, basándose en la endeble excusa de la adaptación o inspiración de una historia de un videojuego, es tal que el ejercicio de enfrentarse a una nueva aportación de este (sub)género no es raro suponga un sobreesfuerzo añadido y una díficil liberación de prejuicios previa. Además, dado que la película que abordamos se trata de la continuación espiritual de Silent Hill, dirigida por Cristophe Gans en 2006 (y guionizada por Roger Avary, autor del libreto de Pulp fiction) fue uno de los pocos ejemplos salvables de dignidad en la traslación de un videojuego a la gran pantalla (tampoco sin llegar al punto de rasgarnos las vestiduras, ya que el listón estaba francamente bajo), no hace sino saltar todas las alarmas por la posibilidad de retornar a la senda de la adulteración de las fuentes originales de inspiración y apostar por las nuevas técnicas de narración cinematográfica, más tendentes al frenesí rítmico, al videoclip y la preponderancia de la estética visual por encima del relato de fondo. Y en parte el retroceso ha sido patente con esta secuela, aunque la sangre no ha llegado al río, veamos por qué.
Silent Hill revelation se aferra, aunque con ciertas y evidentes licencias para los conocedores de la saga, al argumento de la tercera entrega de la famosa franquicia de videojuegos, tanto a nivel de ambientación y atmósfera como en cuanto a desarrollo literario, realizando leves ramificaciones que tratan de entroncar con la historia original y con sucesos posteriores, como la introducción de personajes que circundarían otros juegos posteriores, y que no es más que una mera treta para, por un lado, lograr la sonrisa complaciente del fan de Silent Hill y, por otro, evitar el cierre de la adaptación fílmica y abrir el posible camino a venideras películas que (sobre)exploten la marca, aun a riesgo de caer en la chabacanería y la desvergüenza de las últimos filmes basados en el universo Resident Evil.
Obviamente trataré de evitar spoilers, dado que si en algo destaca principalmente Silent Hill es por la riqueza de su intrincado argumento, unido a lo perturbador de su ambientación, con escenarios y personajes que han quedado ya identificados y marcados en el imaginario del videojuego de Konami. No obstante, no desvelaré demasiado si simplemente apunto que un determinado acontecimiento va a desembocar que la protagonista de la aventura acabe merodeando por las calles de Silent Hill, viéndose acechada por la multitud de peligros, en forma de siniestros personajes sedientos de sangre. En este sentido, cabe señalar la gran labor de documentación y recreación que posee Silent hill revelation, donde supone un inmenso gozo el reconocer una extensa galería de personajes (Cabeza de Pirámide, las enfermeras, las criaturas sin cara, etc.), situaciones (el parque de atracciones, el centro comercial, etc.) y mínimos detalles (como el conejo de peluche), evidenciando un admirable conocimiento de los pormenores tanto estéticos como literarios del universo Silent Hill.
Silent hill revelation puede presumir de contener multitud de referencias extraídas del videojuego
Pero desgraciadamente no todo son alabanzas hacia esta propuesta fílmica, y es que, tras esta continua cortina de guiños al aficionado en forma de referencias asoma indisimuladamente un guión completamente deslabazado, confuso, pretendidamente ambicioso pero que, al fin y a la postre, no es más que papel mojado decentemente arropado por un envoltorio formal que saca provecho de su ajustado presupuesto (20 millones de dólares), aunque en ocasiones su eficacia se vea en tela de juicio por unas muy mejorables CGI. Y es que analizado de manera global, Silent Hill revelation flaquea en el perfilado de sus personajes, donde los protagonistas no responden a comportamientos lógicos y su evolución es poco menos que inerte, y los secundarios se convierten en ocasiones en meras comparsas cuya participación resulta anecdótica e incluso por momentos totalmente injustificada y absurda. Asimismo, el director, Michael J. Bassett, parece tan obcecado en exhibir todo el muestrario de símbolos que ha caracterizado Silent Hill, quizás por miedo a los reproches por parte de los acérrimos de la saga ante cualquier omisión, que convierte gran parte del metraje en un mero ir y venir por cada una de las fases prototípicas del juego, aportando poco o nada a nivel narrativo más allá del efectismo y la complicidad del espectador más fiel al título de Konami.
No obstante lo anterior, y a pesar de la poco cinematográfica estructura de videojuego que puebla la película (fase tras fase), resulta irrefutable la lograda sensación de suspense e inquietud que generan algunas de sus secuencias, siendo la más lograda la consabida aparición de las enfermeras, unida a la impronta que deja la intervención en escena, aunque breve, de Cabeza de Pirámide, provocando auténtica congoja ante su impactante presencia. Lamentablemente, y por mucho que se haya potenciado los elementos gore, rayando lo malsano en ocasiones, no puede sentenciarse que Silent hill revelation provoque una sensación de terror en el espectador, algo que sí lograba, con rotunda efectividad y manejando las mismas piezas formales, las primeras entregas de videojuegos. En este sentido es innegable que el film fracasa en su vertiente emocional, que incluso llega a provocar hilaridad en aislados segmentos, particularmente en su desenlace, un despropósito en toda regla que echa por tierra el desparpajo y el paso firme, aunque irregular e intermitente, del fluir narrativo hasta ese fatídico momento.
La aparición de las enfermeras supone una de las secuencias más conseguidas de este irregular film
Por otro lado, Silent Hill revelation ha querido acercarse al público adolescente mediante la introducción de elementos románticos que ni están correctamente descritos ni llegan finalmente a buen puerto, además de sustituir el desasosiego y la incertidumbre que emana de las imágenes del videojuego en un montaje acelerado que no responde sino a un pobre recorrido stage to stage de los escenarios emblemáticos de la franquicia. A todo ello hay que sumarle la descarada filmación de determinadas secuencias para sacar rédito de la tecnología 3D, de modo que podremos ser testigos de objetos y extremidades corporales que se acercan hacia el espectador, así como ver cómo la sangre salpica, literalmente, la pantalla, efectos que no desgracian en absoluto el resultado global, pero que viene a ser una concesión que en un visionado tradicional suena más a capricho que no a recurso cinematográfico y que responde a una moda pasajera que, en parte, está prostituyendo el panorama cinematográfico actual.
En definitiva, Silent hill revelation no supone una vuelta a las pretéritas adaptaciones cinematográficas de videojuegos al cine, donde no existía el más mínimo sentido del decoro, de la autocrítica y de la vergüenza, pero su mayor atractivo reside en la captación de los elementos paradigmáticos de la franquicia Silent Hill y su integración en pantalla, siendo su guión un lastre que hace difícil tomarse en serio una propuesta a la que no se le puede reprochar el aprovechamiento de medios, la capacidad de inmersión y el atrevimiento y exhibicionismo de imágenes realmente perturbadoras e incómodas, especialmente por tratarse de una producción avalada por una major, Universal Pictures. Una lástima por tratarse de un producto que, manejando elementos literarios de excelsa riqueza, no deja poso en el espectador y condena al film al ostracismo, lo que resulta a todas luces indigno para una saga de tamaña envergadura. No extraña por tanto que el film haya sufrido diversos retrasos en su estreno en España (de hecho, aún no ha sido exhibida) a pesar de ya estar editada en DVD/Bluray en Estados Unidos y todo apunta a que en nuestro país finalmente quedará inédita. Da que pensar.
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