jueves, diciembre 02, 2010

Skyline: Exterminando espectadores

Recuerdo cuando no hace mucho las películas con marcada tendencia a romper taquillas se anticipaban, en forma de pequeñas dosis o teasers, como se llaman ahora, con mucha antelación, a veces incluso un año antes de su estreno. Skyline parecía recuperar aquella tendencia cuando asistí al visionado de su teaser trailer, ya que ofrecía al espectador una típica historia de invasiones alienígenas apoyada, desvergonzadamente, en el uso y abuso de los efectos especiales, sembrando en éste un claro desconcierto pero a la vez una hipnótica sensación de atracción e interés ante tal misterioso film. Dos semanas después "Skyline" llega a las carteleras, rompiendo todos mis esquemas y confirmándome que esta película no contaba con excesivo respaldo  ni siquiera de su propia productora.

No es extraño que el personal técnico del mundo del cine se lance a la dirección, como tampoco que éstos actúen como habituales en segundas unidades de realización o incluso adjuntos al propio director en muchos filmes. Los hermanos Greg y Colin Strause, especialistas en efectos especiales, han demostrado su sobrada valía en este ámbito en títulos como "300", "El día de mañana" o "Terminator 3", las cuales, independientemente de su entidad cinematográfica, cumplían con sobrada solvencia en el apartado visual. Pero la dirección de un film requiere mucho más que una especialización aislada, y es ahí donde los hermanos Strause sacan a relucir sus carencias más flagrantes, en su incapacidad para ir más allá de lo que realmente dominan, logrando un producto no sólo desequilibrado o incompleto, sino absolutamente torpe, burdo y risible.

"Skyline" incumple cualquier norma básica y mínima de coherencia y racionalidad cinematográfica, comenzando por un estrepitoso plantemiento inicial, en el que todo avanza de forma gratuita e inexplicable, y donde los personajes (si se les puede llamar así) no despiertan ningún tipo de interés por el insuficiente, o nulo, perfil que los codirectores realizan, mostrando un consciente descuido en la progresión narrativa y una apuesta, casi a contracorriente, por la acción injustificada y el espectáculo de barraca de feria, que incluso deviene ridículo por su afán desprejuiciado de utilizar el papel de calco y apoderarse literalmente de los esquemas conceptuales de "La guerra de los mundos", "Monstruoso", "Independence day" e incluso "Terminator 2". El film carece de cualquier mínimo de rigor y de seriedad, tanto que se empecina en hacer creer al espectador que tiene un guión sobre el que se vertebra su supuesta historia, cuando éste no responde sino a sonrojantes líneas de diálogo e infames situaciones donde la supervivencia humana se torna en una sensación de rebeldía para el espectador, quien asiste estoicamente a un vacuo correpasillos de difícil digestión y arduo entendimiento. 

El cine de ciencia ficción no está atravesando su mejor época, y pocas son las excepciones que consiguen mantener sondado a un género del que han resultado generosos frutos. Quizás su mayor lastre no se limite exclusivamente a la escasez de ideas y al recurso constante en convencionalismos y clichés de género, sino en el descuido en el contenido y en la fijación por el mero envoltorio. Y eso es precisamente lo que pierde a "Skyline", lo que la convierte en un producto ya no del montón, sino insultante e incluso temerario para el coeficiente intelectual medio. La cinta de los hermanos Strause (recordemos que son los perpetradores de esa hez fílmica llamada Aliens vs Predator: Requiem) sólo acierta en su aspecto técnico visual, que tampoco logra hepatar al espectador por su falta de inspiración y originalidad, aunque cumple su cometido, pero es un disparate en todo lo demás, tanto a nivel narrativo como dramático, que logra aburrir en escasa hora y media de metraje, y que acumula sinsentido tras sinsentido hasta alcanzar el culmen de desvergüenza máxima en sus últimos cinco minutos, un verdadero desafío a la paciencia del espectador. Tan sólo dos cosas me impidieron abandonar la sala, el respeto que tengo hacia el cine (y que muchas veces no es correspondido) y la intensa lluvia que caía en el exterior. Candidata directa a peor película del año, y si me apuran, de la década.