Nunca dejará de sorprenderme hasta qué punto los fenómenos de masas pueden llegar a tal nivel de degradación en una afanosa búsqueda de la rentabilidad fácil, movida por la ambición puramente económica. Es lo que ha ocurrido con el festival Rock in Rio, que naciera allá por el año 1985, donde bandas de rock duro daban lo mejor de sí en un macroconcierto que aunaba a lo mejor del panorama internacional musical dentro del sector más heavy. No sólo Brasil, lugar se celebraba este evento, se movilizaba, sino que gente venida de todo el mundo, amantes de este tipo de música, abarrotaban el recinto, no teniendo nada que envidiar a otros macrofestivales como Donnington o Monsters of Rock. Iron Maiden, en el festival inaugural, sonaban tal que así:
Con el paso de los años, y el traslado de este festival a otras ciudades (curiosamente conservando su nombre original), como Lisboa o actualmente Madrid, sus organizadores han tratado de abrirse a otras músicas, lo que, por un lado, supone una alternativa y una posibilidad de elección dentro del mundo del ocio. Pero lo triste es que la excepción se ha convertido en norma y cuando hace dos décadas AC/DC o Iron Maiden atraían a las masas, ahora es Shakira o Hannah Montana los reclamos publicitarios. Sí, aún queda un pequeño reducto de melenudos para regocijo de aquellos que dieron forma y trascendencia a un festival que se ha convertido en una sucesión de artistas poperos, todos ellos de renombre, pero que no hacen justicia al nombre del evento. Por ello, señores organizadores, eliminen el término "rock" de su festival, y es que este género musical se merece un respeto.
En esta edición, y aunque no soy seguidor del rap y del hip-hop, destaca la presencia de la banda Cypress Hill, donde a buen seguro deleitarán al público con su mítico tema "Insane in the brain".